26 junio 2014

Carta de un pequeño traviezo a sus padres

PAPI Y MAMI:

1.- "Mis manos son pequeñas y por eso se me cae la leche aunque no quiera..."

2.- "Mis piernas son cortas, por favor, espérame y camina más despacio, así puedo andar contigo..."

3.- "No me pegues en las manos cuando toco algo y de color brillante... Es que quiero aprender..."

4.- "Por favor, mírame cuando yo te hablo. Así se que estas escuchas..."

5.- "Mis sentimientos todavía son tiernos, no me regañes todo el día... Deja que me equivoque sin hacerme sentir tonto..."

6.- "No esperes que la cama que haga o el dibujo que pinto sean perfectos. Amame por el hecho de haber tratado de hacerlo lo mejor posible..."

7.- "Recuerda que soy un niño, no un adulto pequeño... A veces no entiendo lo que me dices..."

8.- "Te quiero tanto... Por favor,Amame por lo que soy, no por las cosas que hago..."


9.- "No me rechaces cuando estas molesto conmigo y vengo a darte un beso... Me siento solo, abandonado y con miedo..."

10.- "Cuando me gritas me asusto... Por favor explícame lo que he hecho..."
11.- "No te enfades cuando en las noches las sombran y la oscuridad me dan miedo cuando me despierto y te llamo... Tu abrazo es lo único es lo único que me devuelve la paz..."

12.- "Cuando vamos a la tienda no sueltes mi mano creo que voy a perderme y que no me encontrarás jamás..."

13.- "Me siento muy triste cuando ellos discuten... A veces pienso que es por culpa mía y se me encoge el estómago y no se qué hacer..."

14.- "Muchas veces veo que abrazas y acaricias a mi hermano... ¿Es que lo quieres más que a mi? Quizá ¿Porqué es más lindo e inteligente?, pero yo... ¿No soy tu hijo también?..."

15.- "Me regañaste duro cuando rompí mi juguete favorito y mucho más cuando me eche a llorar. Yo estaba triste y peor que tu... No lo hice a propósito y me quede sin el..."

16.- "Te molestaste por que me ensucie jugando. Pero es que la sensación del barro en mis pies era tan rica y la tarde tan linda... Ojalá supiera lavar para lavar mi ropita..."

17.- "Hoy te sentiste mal y yo me preocupe mucho. Trate de entretenerte con mis juegos, mis cuentos, ¿qué haría yo si a ti te pasara algo?..."

18.- "Me meten miedo con el infierno y no se lo que es... Pero pienso que debe ser algo así tan terrible como estar sin ti..."

19.- "Aunque me dejaron con los tíos y la pase buen, los extrañe mucho toda la semana. Ojalá no hubiera vacaciones para los papas!"

20.- "Tengo mucha suerte! Entre todos los niños que hay en el mundo, ustedes me escogieron a mi..."


Realmente me movio el corazon leer todas estas frases que imagine mi hijo me lo podria estar diciendo ya que en ocaciones soy muy estricta y me cuesta recordar lo vandida que era en mi infancia y lo bien que la pasaba y lo mal que la pasaban mis padres con cada embarrada y rota de ropa. 


Nunca es tarde apra recordar y mejorar, evitemos amarrar a nuestros niños ya que solo una vez en su vida viviran felices sin preocupaciones y esa etapa es esta SU

NIÑES.

08 junio 2014

Como dejar de gritar a nuestros hijos

Quiero compartir una lectura que encontre en internet me lleno de mucha reflexion y creo que servira a muchas de nosotras y a los papitos también.

 Como madre, le doy un gran valor a cada nota que recibo de mis hijas, ya sean garabatos indescifrables o cartas con caligrafía perfecta. Pero el Día de la Madre recibí de mi hija de 9 años un poema que significó mucho para mí. De hecho, la primera línea me hizo contener el aliento mientras cálidas lágrimas se deslizaban por mi rostro.
"Lo importante de mi mamá es... que siempre está ahí para mí, incluso cuando me meto en problemas."
Verás, esto no fue siempre así.
En el medio de mi vida extremadamente distraída, comencé una nueva práctica que era muy diferente a mi comportamiento usual. Me convertí en una gritona. No lo hacía siempre, pero eran momentos que vivía muy intensamente, como cuando se infla demasiado un globo y éste explota, causando sobresalto y temor.
Pero ¿qué me hacía perder la calma ante mis hijas de 3 y 6 años? ¿Era que ella insistía en buscar tres collares más y sus anteojos favoritos cuando ya estábamos llegando tarde? ¿Era que quería servirse sola su cereal y tiraba la caja entera en la mesa de la cocina?
¿Fue que ella se tropezó y rompió un ángel de vidrio que era muy especial para mí, a pesar de haberle dicho que no lo tocara? ¿Fue que luchó como un boxeador para no dormirse justo en el momento en que yo más necesitaba paz y tranquilidad? ¿Será porque las dos pelearon por cosas insignificantes como por ejemplo, quien era la primera en salir del coche o la que tenía más salsa de chocolate en su helado?
Si, eran ese tipo de cosas típicas que les suceden a los niños que me irritaban hasta el punto de hacerme perder el control.
No es fácil reconocer esto. Así como tampoco es fácil revivir esa etapa de mi vida, porque, siendo honestos, me odiaba a mí misma cuando me sucedían esas cosas. ¿En qué me había convertido que tenía que gritar a las dos preciosas personitas que más amaba en la vida?
Déjame contarte como era mi vida en aquel entonces:
Mis distracciones:
El uso excesivo del teléfono, la sobrecarga de compromiso, mis extensas listas de tareas, y la búsqueda de la perfección me estaban consumiendo. Y gritarle a los que amaba fue el resultado directo de la pérdida de control que estaba experimentando en mi vida.
Inevitablemente, me derrumbé. Y lo hice precisamente en la intimidad de mi hogar, en la compañía de aquellos que eran lo más importante en mi vida.
Hasta que un triste día…
Mi hija mayor se había subido en un taburete y estaba buscando algo en la despensa cuando accidentalmente tiró un paquete entero de arroz en el piso. Una lluvia de diminutos granos se esparció en el suelo. Al ver eso, los ojos de la pequeña se llenaron de lágrimas. Y fue ahí cuando pude ver el miedo en sus ojos al prepararse para el regaño violento de su madre.
“Me tiene miedo”,_pensé con la más dolorosa comprensión que te puedas imaginar. “_A mi hija de seis años le asusta mi reacción ante un inocente error.”
Con una profunda pena, me di cuenta que no quería vivir así el resto de mi vida y que no era la madre que quería para mis hijas.
A las pocas semanas de ese episodio toqué fondo. Fue un momento de dolorosa toma de conciencia que me impulsó en un viaje de liberación para desprenderme de las distracciones y comprender lo que realmente importaba en la vida. Fueron dos años y medio de ir reduciendo lentamente los excesos y las distracciones electrónicas…dos años y medio de liberarme de los estándares de perfección inalcanzables y de esa voz interna, guiada por las presiones sociales, que me decía “hazlo todo”.
Cuando fui abandonando mis distracciones internas y externas, la ira y el estrés que tenía reprimidos dentro de mí lentamente se fueron disipando. Más alivianada, fui capaz de reaccionar ante los errores y malas acciones de mis hijas de una manera más tranquila, compasiva, y razonable.
Por ejemplo, comencé a decir cosas como: “Es sólo jarabe de chocolate. No pasa nada, puedes limpiarlo y la mesa de la cocina estará como nueva” (En lugar de lanzar una mirada furiosa y poner los ojos en blanco)
Me ofrecí a sostener la escoba mientras ella barría un mar de cereales que cubría el piso.(En lugar de quedarme de pie junto a ella con una mirada de desaprobación y absoluta molestia.)
La ayudé a pensar donde podrían estar sus lentes. (En lugar de quejarme por su irresponsabilidad).
Y en los momentos en que el agotamiento y la rabia estaban a punto de ganarme, entraba en el cuarto de baño, cerraba la puerta y me tomaba un momento para respirar profundamente y recordarme a mí misma que son niños, y los niños cometen errores. Así como yo también los cometía.
Con el tiempo, desapareció el temor que una vez brilló en los ojos de mis hijas cuando estaban en problemas. Y gracias a Dios, me convertí en un refugio al cual acudir en tiempos difíciles, en vez de ser un enemigo de quien huir y esconderse.
No sé si hubiera escrito sobre esta profunda transformación si no fuera por el incidente ocurrido el último lunes. En ese momento saboreé cuan abrumadora puede ser la vida y cómo las ganas de gritar pueden apoderarse rápidamente de mí. Estaba terminando los últimos capítulos del libro que actualmente estoy escribiendo y mi computadora se trabó.
De pronto los últimos tres capítulos que había estado corrigiendo desaparecieron frente a mis ojos. Pasé algunos minutos tratando de volver a la última versión del manuscrito. Cuando eso falló, intenté buscar si tenía guardada una copia de seguridad en la computadora. Al darme cuenta que nunca iba a recuperar el trabajo, me dieron ganas de llorar, y aún peor… quise rugir como un león.
Pero no pude porque ya era la hora de recoger a los niños de la escuela y llevarlos a natación. Con gran moderación, cerré mi laptop muy tranquila y me recordé a mí misma que podría haber tenido un problema mucho peor que volver a escribir estos capítulos. Entonces me dije: no hay absolutamente nada que pueda hacer sobre este problema en este momento.
Cuando mis niños entraron al auto, inmediatamente se dieron cuenta que algo andaba mal. “¿Te pasa algo, mamá?” Me preguntaron al unísono, después de haber tomado un vistazo de mi pálido rostro.
Sentí ganas de gritar: “¡Perdí tres días de trabajo en mi libro!”
Tuve ganas de pegarle un puñetazo al volante porque el último lugar donde deseaba estar era sentada en el auto. Quería ir a casa y arreglar mi libro, no llevar a las niñas a natación, escurrir sus trajes de baño mojados, peinar sus cabellos enredados, hacer la cena, lavar los platos y acostarlas.
Pero en lugar de eso, dije con calma: “Me pone mal hablar en este momento. Perdí parte del libro que estoy escribiendo. Y no quiero hablar porque me siento muy frustrada”.
“Lo sentimos mucho”, dijo la mayor. Y entonces, como si supieran que yo necesitaba soledad, se quedaron tranquilas todo el tiempo que estuvieron en la piscina. Durante el resto del día estuve más calmada que nunca, no les grité e hice mi mayor esfuerzo para no pensar en el asunto del libro.
Al final del día, después de acostar a mi hija menor me senté al borde de la cama de la mayor para conversar un rato con ella.
“¿Piensas que podrás recuperar tus capítulos? Me preguntó.
Y ahí fue cuando comencé a llorar, no tanto por los capítulos perdidos, ya que sabía que los podría reescribir. Sino que mi angustia tenía más que ver con lo agotador y frustrante que puede ser escribir y editar un libro. Había estado tan cerca del final. Sentir que se me había arrebatado esa posibilidad fue increíblemente decepcionante.
Para mi sorpresa, mi hija se acercó y me acarició el pelo suavemente mientras me decía unas palabras muy tranquilizadores: "Las computadoras pueden ser muy frustrantes", "Yo podría echar un vistazo para ver si podemos recuperar los capítulos.” Y finalmente: "Mamá, tu puedes hacer esto. Eres la mejor escritora que conozco", " Te ayudaré en todo que pueda".
En mis momentos difíciles, allí estuvo ella alentándome, muy paciente y compasiva, sin aprovecharse jamás de mi momento de debilidad.
Mi hija no habría aprendido nunca a ser empática si yo hubiera seguido siendo una gritona. Los gritos apagan la comunicación, rompen los vínculos, hacen que las personas se separen en lugar de acercarse.
"Lo importante es... que mi mamá siempre está ahí para mí, incluso cuando me meto en problemas."
Lo importante es… que no es tarde para dejar de gritar.
Lo importante es… que los niños perdonan, especialmente si ven que la persona que aman está tratando de cambiar.
Lo importante es… que la vida es muy corta para enojarse por pequeñeces como el cereal derramado o zapatos fuera de lugar.
Lo importante es… que no importa lo que pasó ayer, hoy es un nuevo día.
Hoy podemos elegir responder pacíficamente.
Cuando lo hacemos, le estaremos enseñando a nuestros hijos que la paz construye puentes, puentes que nos llevarán lejos de los problemas.

10 abril 2014

Lo difícil que es ser mamá tiempo completo y no trabajar

Es muy dificil asumir una decision como la de dejar de trabajar apra dedicarse tiempo completo a nuestros hijos pero por experiencia propia es muy gratificante, en lo personal por 6 años consecutivos me dedique por completo a mis hijos, tuve la dicha de tener un trabajo que podia realizarlo en casa y quiza por esa razon no pueda manifestar la frustracion que deben tener algunas "colegas" mias que extrañan su independencia financiera, pero creanme mamitas por mas que a veces nos entren esas ganas de llorar por que nadie nos agradece el duro trabajo que hacemos o es mas nos reciban con la frase "pero si no haces NADA" o mil cosas mas, es la experiencia mas gratificante que tendran con sus hijos ay que no se perderan lla primera palabra que digan o la primera gateada, el primer dia que caminen, el primer dia de clases los llantos las alegrias las guardaran en su corazon y quiza nosotras las mamis que trabajamos nos lo perdemos constantemente.

Aca les compartire una carta que quiza les de un poco mas de ánimo:

Querida Mamá Que Se Queda En Casa:

Algunas personas se preguntan qué es lo que haces todo el día en tu casa. Yo sé lo que haces porque soy mamá y yo también lo hice por un tiempo.
Yo sé que trabajas sin que te paguen, y a veces ni lo agradecen. Un trabajo que empieza desde el momento que te despiertas y ni si quiera termina cuando te vas a dormir. Yo sé que trabajas noches y fines de semana sin un fin discernible para tu día o semana de trabajo. Sé que las recompensas están llenas de gozo, pero son pocas.
Sé que raramente puedes tomar una taza de café o té caliente. Sé que tu atención siempre está dividida y desviada de momento a momento. Sé que nunca puedes contar con terminar una tarea en el mismo instante. Sé que nunca tienes un descanso ni aún cuando estas sola en casa, al menos que solo tengas un hijo(a) que todavía toma siesta durante el día (y aun así, hay mucho por hacer mientras duerme).
Yo sé los retos con los que tienes que lidiar diario y a veces sin apoyo: los berrinches, los accidentes mientras los entrenas para ir al baño, las batallas de comida, la comida en el piso, las crayolas en la pared, la rivalidad entre hermanos, el bebé que parece que nunca deja de llorar, etc. Yo sé que parece que el trabajo nunca termina, como un ciclo sin fin; compras comida, la preparas, intentas dársela a tus hijos, la limpias del piso, lavas los trastes y se repite todo en tres horas.
Yo sé que tienes fantasías de tener una hora solo para ti…para poder comer tu comida seguido, o poder tomar una siesta. Yo sé que a veces te preguntas si vale la pena y envidias a tus amigas que tienen un receso con un cafecito en su trabajo. Yo sé que a veces cuando tu pareja regresa a casa después de trabajar, todo lo que quiere es sentarse y subir los pies exactamente cuando tu más necesitas un descanso y a veces eso te hace llorar.
Yo sé que eres mal entendida por todos aquellos que no aprecian o valoran las dificultades de cuidar a niños chiquitos sola, todo el día y se refieren a ti como “la que no hace nada.” Te imaginan tomando café todo el día mientras tus hijos juegan en silencio. Yo sé que extrañas tu independencia financiera. Sé que cuando otras personas dicen “por fin es Viernes” es a veces molesto, ya que para ti todos los días son lo mismo, no hay Viernes, no hay descanso de fin de semana en tu trabajo. Yo sé que mucha gente no entiende que trabajas, simplemente trabajas en un trabajo que no paga y que es en casa.
Mamá que se queda en casa, yo no se como le haces. Te admiro por tu infinita paciencia y tu
habilidad de enfrentar cada día con una sonrisa y traer gozo a la vida de tus hijos aún cuando te agotan. Admiro tu dedicación a siempre estar presente en la vida de tus hijos aún cuando no es fácil. Admiro como trabajas sin esperar ninguna recompensa… no vas a ser promovido, no vas a ser famoso, no hay salario. Yo sé que lo único que te importa es que tus hijos se sientan importantes y amados y ,mamá, eres la mejor para hacer eso.
Solo quería que supieras que te entiendo. Las dos somos mamás y yo se.
Con mucho amor y admiración,
Mamá que trabaja.

09 abril 2014

La inocencia de nuestros niños es reflejo de una buena crianza.


Vivimos en una sociedad donde día a día observamos y vivenciamos actos negativos como drogadiccion, violencia, negligencias, etc. Existen seres que gracias a las condiciones que sus padres les dan son felices y aun mantienen su lado inocnte desconociendo todo aquello que en algun momento cambiará algunas de las respuestas que acontinuacion nos brindaron:



Encuesta realizada a niños de 2º y 3º año de primaria.
Estas fueron algunas de las respuestas más graciosas.


¿Quién es el jefe en tu casa?
1. Mi mamá no quiere ser jefe pero tiene que serlo porque mi papá es chistoso.
2. Mi mamá. Lo sabes por la inspección de mi cuarto. Ella ve hasta lo que hay debajo de mi cama.
3. Creo que mi mamá, pero solo porque ella tiene más cosas que hacer que mi papá.

¿Por qué hizo Dios a las Madres?
1. Porque son las únicas que saben dónde están las cosas en la casa.
2. Principalmente para limpiar la casa.
3. Para ayudarnos cuando estábamos naciendo.
4. Para que nos quisieran.

¿Cómo hizo Dios a las Madres?
1. Usó tierra, como lo hizo para todos los demás.
2. Con magia además de súper poderes y mezclar todo muy bien.
3. Dios hizo a mi mamá así como me hizo a mí, solo que usó partes más grandes.
4. Yo creo que tardó mucho en hacerlas, pues mi papá dice que a veces las mujeres son muy complicadas.

¿Qué ingredientes usó?
1. Dios hizo a las madres de nubes y pelo de ángel y todo lo bueno en este mundo y una pizca de malo.
2. Tuvo que empezar con huesos de hombres y después creo que usó cuerda, principalmente.
3. Yo creo que con muchas flores ...

¿Por qué Dios te dio a tu mamá en vez de otra mamá?
1. Porque somos parientes.
2. Porque Dios sabía que ella me quería más a mí que otras mamás que me quisieran.
3. Porque nos parecemos mucho.

¿Qué clase de niña era tu mamá?
1. Mi mamá siempre ha sido mi mamá y nada de esas cosas.
2. No sé porque no estaba yo allí, pero creo que ha de haber sido muy mandona.
3. Dicen que antes era muy linda.

¿Qué necesitaba saber tu mamá de tu papá antes de casarse con él?
1. Su apellido.
2. Si quería casarse con ella.
3. Pues... si tiene trabajo y si le gusta ir de compras.

¿Por qué se casó tu mamá con tu papá?
1. Porque mi papá hace el mejor spaghetti en el mundo y mi mamá come mucho.
2. Porque ya se estaba haciendo vieja.
3. Mi abuela dice que porque no se puso su gorra para pensar.
4. Para poder ser la mamá de la casa.

¿Cuál es la diferencia entre las mamás y los papás?
1. Las mamás trabajan en el trabajo y en la casa y los papás solo van al trabajo.
2. Las mamás saben hablar con las maestras sin asustarlas.
3. Los papás son más altos y fuertes, pero las mamás tienen el verdadero poder porque a ellas les tienes que pedir permiso cuando quieres quedarte a dormir en casa de un amigo.
4. Las mamás tienen magia porque ellas te hacen sentir bien sin medicina.

¿Qué hace tu mamá en su tiempo libre?
1. Las mamás no tienen tiempo libre.
2. Si lo oyes de ella, paga cuentas TODO el día...
3. Creo que... trabajar.

¿Qué haría a tu mamá perfecta?
1. Por adentro ya es perfecta, pero afuera creo que un poco de cirugía plástica.
2. Que no me regañara tanto y que me dejara ver más tele.
3. Si supiera jugar fútbol...

¿Si pudieras cambiar algo de tu mamá, que sería?
1. Tiene esa cosa rara de pedirme que siempre limpie mi cuarto. Eso le quitaría.
2. Haría a mi mamá más inteligente, así sabría que mi hermano me pegó primero y no yo.
3. Me gustaría que desaparecieran esos ojos invisibles que tiene atrás de su cabeza.

Me siento culpable por ir a trabajar y no quedarme en casa cuidando de mis hijos.

Muchas veces ocurre que por la necesidad de pagar cuentas y demandas de nuestros hijos nos vemos en la dificil situacion de volver a trabajar o no dejar de trabajar. Conversando con una amiga me mostro esta lectura tan linda que me hizo no sentirme tan culpable por no darles mi tiempo como antes. Me prometi que el dia que tenga hijos me dedicaria por completo a ellos y fue asi hasta que tuve la necesidad de tener que trabajar fuera de casa. Al principio fue muy muy dificil queria renunciar a la semana por que no soportaba estar tanto tiempo alejada de mis hijos, a medida que pasaba el tiempo deje de llorar y lamentar el tiempo que no pasaba con ellos. Ahora les compartire la lectura que me hizo sentir un poco mejor (aun sigo sintiendome culpable) pero sé que debo seguir asi por lo menos un par de años más.

Querida Mamá que trabaja:

Sé que a veces eres juzgada por otros por dejar a tus hijos en manos de otros, para trabajar. Algunos incluso insinúan que no amas a tus hijos tanto como las mamás de tiempo completo, y que es mucho mejor para los niños estar en casa con sus madres.
¿Cómo pueden decir esto sobre ti? Yo sé que amas a tus hijos tanto como cualquier otra mamá. Sé que la decisión de regresar a trabajar no fue fácil. Consideraste los pros y contras, mucho antes de siquiera concebir al bebé. Ha sido una de las decisiones más importantes de tu vida.
Te veo en todos lados. Eres la doctora a la que llevo a mi hijo cuando se enferma. La especialista en alergias, la que le diagnosticó a mi hija la reacción alérgica al cacahuate. Eres la psicoterapeuta que trató la espalda de mi esposo. La contadora que hace nuestros impuestos. La maestra de primaria de mis hijos. La directora de nuestro centro de cuidado. La maestra de gimnasia de mi hija. El agente de vienes raíces que nos vendió la casa. ¿Qué clase de mundo sería si no pudieras estar ahí para nosotras? Si hubieras sucumbido a la presión de los que te insistieron que el lugar de una madre es en la casa.
Sé que consideras a tu familia en cada trabajo que tomas. Sé que te paras una hora antes que nadie, para poder hacer ejercicio y tener un tiempo para ti. Sé que vas a juntas después de haber estado toda la noche despierta por tu bebé. Sé que cuando regresas a la casa en la noche, empieza tu segundo “trabajo”. Los que están en contra no entienden que atiendes una casa y mantienes un trabajo. Llegas a la casa, cocinas la cena, bañas a los niños y les lees historias. Los tapas y les das el beso de buenas noches. Pagas las cuentas, haces la compra del súper, lavas la ropa, los platos, tal como cualquier otra mamá.
Sé que seguido te sientes culpable sobre pasar tiempo lejos de tus hijos, así que sacrificas tu propio tiempo. Sé que no puedes tomarte “un día libre” para ti, cuando tus hijos están en la guardería o la escuela. Sé que aceptas que el trabajo es tu “tiempo libre”, por ahora. Sé que cuando estás en el trabajo no malgastas ni un solo minuto. Sé que comes en tu escritorio, no sales por café, y eres completamente dedicada y concentrada en tu trabajo. Al final, tú decides estar ahí. Quieres estar ahí.
Sé lo exigente que eres sobre la gente que cuida a tus hijos, y que esas guarderías ofrecen excelente cuidado. Sé que sólo dejas a tus hijos en un lugar en el que estás segura que son cuidados y amados. Sé que pasas muchos días cuidando a tus hijos cuando están enfermos, y sacrificas parte de tu quincena. Sé que secretamente te encantan esos días, y disfrutas estar con tus hijos.
Sé que a veces te sientes culpable de no estar ahí todo el tiempo. Pero, madre que trabaja… estás poniendo un ejemplo maravilloso a tus hijos. Les estás demostrando que una mujer puede tener una carrera y contribuir de cierta manera fuera de la casa, y aun así ser una madre amorosos. Les estás enseñando a tus hijas que pueden hacer lo que sea que se propongan en la vida. Estás mostrando fortaleza, dedicación, tenacidad, y lo haces con mucho gusto y amor.
Sólo quería que supieras que te entiendo. Porque las dos somos madres.

Mamá que no trabaja

18 febrero 2014

La buena intencion de nuestros hijos.

Poco a poco nuestros hijos van creciendo, se van volviendo cada vez más independientes aun que muchas veces nosotras mismas impidamos esto sin darnos cuenta. Llega una edad que ellos desean hacer todo por ayudarnos pero su limitada fuerza física obstaculiza y en algunas ocasiones frustra el hecho de querer ayudar. 

Hace un par de días me paso algo muy particular con uno de mis hijos que por lo general se emociona mucho y no mide su fuerza, él es muy servicial y bondadoso. En esta ocasión regresábamos del supermercado y habíamos puesto todas las compras en el carrito de compras para subirlo al departamento, con mucha voluntad me ayudo a sacar el cochecito del ascensor en entonces cuando volteo y me aproximo a abrir la puerta cuando escucho un sonido grande y estrepitoso; voltié a ver y era todo el carrito de comprar regado y todas las cosas de vidrio y delicadas echadas a perder, mi primera reacción fue mirarlo de manera acusadora pero por algún inusual motivo solo le dije que se retirara y le agradecí de ayudarme. 

Normalmente hubiera pegado un gran grito y hubiera terminado en llanto esa escena pero se me cruzo la idea que mi pequeño hijo puso su mayor esfuerzo en sacar el coche y aproximarlo a la casa. Lo rescatable de esta historia es ver dentro de alguna cosa diaria que nos pasan con nuestros pequeños la gran voluntad y las ganas que ponen ellos en querer ayudarnos, dejemos que se vuelvan independientes obviamente con una supervisión. Una reflexión que quizá a muchos nos pasó en algún momento de nuestras vidas. A seguir sonriendo.